El cambio que estaba esperando y llegó sin esperarlo.

Durante años viví en una sombra que parecía no tener fin. A mis treinta años aproximadamente, creía que mi forma de ser: solitaria, desesperanzada y rota, era consecuencia de un evento traumático del pasado. Ya llevaba tiempo con un diagnóstico de depresión severa crónica, acompañada por ataques de pánico que me robaban el aliento, el control, y transformaban partes de mi cuerpo debido a la hiperventilación. Pasé años buscando respuestas, transitando por terapias, medicación, acompañamiento psicológico y caminos alternativos, estudié Reiki, canalización de ángeles, meditación, psicología humanista, buscando cómo salir de eso y además encontrar la forma de ayudar a otros que pasaran por lo mismo que yo. Cada herramienta me daba un pequeño respiro, una sensación de calma, pero era momentáneo…la oscuridad siempre volvía.

Un día, sin mucha esperanza, vi una publicación en redes: una persona ofrecía sesiones gratuitas de algo llamado “barras”. Sin esperar nada, me apunté. La experiencia fue extraña, simple… me dormí durante la sesión. No hubo grandes revelaciones, ni palabras mágicas. Sólo silencio y descanso.
Cuando mi esposo llegó a preguntarme cómo había ido dicha sesión, le dije con tono molesto, que afortunadamente no había pagado por eso porque no había servido de nada, simplemente me dormí y no me ofreció nada la chica que me hizo barras (jajaja).

Pero, al cabo de unos días, desperté sintiendo que la luz entraba diferente en mis ojos, como si algo se hubiera abierto dentro de mí (¡¡literalmente veía más claro!!) ¡¡Tenía una sensación de entusiasmo muy nueva para mí!! Y también miedo: ¿qué estaba pasando? Pensé incluso que tal vez era mi despedida de este mundo, como esos momentos de lucidez antes del final. Pero mi esposo me hizo una pregunta que cambió todo: ¿Y si no estuviera mal estar bien? Me dijo ¿por qué mejor no recuerdas lo que hiciste diferente que te trajo esta sensación?
Y de pronto…. Recordé esa sesión rara sin promesas jaja… Eso había sido lo único diferente que había hecho.
Me comuniqué con aquella practicante de barras para pedirle más sesiones y ¡¡¡más información!!! ¡¡Quería aprenderlo todooo!!
Así busqué más. Tome 3 clases casi seguidas, en 2 meses ya había hecho 3 clases con diferentes facilitadores. Inmensamente maravillada en cada una.

En aproximadamente 7 años (después de mi primera sesión) no he vuelto a tener un ataque de pánico. La depresión se despidió. Y la consciencia de que hay algo más grandioso por delante continúa…
Estoy en gratitud, no por haber encontrado respuestas, sino por haber descubierto infinidad de preguntas que al hacerlas me invitan a crear una vida más ligera... más disfrutable y ¡¡hasta divertida!!

¿Y si tú también pudieras descubrir esa chispa que te conecta con lo que eres, incluso con lo que siempre pensaste que era tu oscuridad?

Existe un mundo maravilloso cuando vuelves a ti!! Y las barras han sido una herramienta para crear y vivir ese mundo!!

 

Joy Hernández