Pastilla o pregunta: tu cuerpo ya sabe la respuesta

Era mi primera clase de El Fundamento Global. Había tomado la decisión después de muchos meses de dudas, justificaciones y resistencia. No era solo el dinero - que para mí en ese momento era una gran inversión - también era lo que significaba elegir algo solo para mí, por primera vez en mucho tiempo.

Mi matrimonio ya no era una relación de pareja como antes. Nos habíamos convertido más en compañeros de casa que en compañeros de vida. Aunque no había conflicto, tampoco había expansión para mí. Tenía ataques de pánico que se habían empezado a calmar desde que empecé a hacerme Barras. Algo en mí sabía que ya era momento de elegir diferente. Viajar a Vallarta para tomar esa clase fue, en muchos sentidos, el primer paso para reconectarme conmigo, con mi verdad y con una vida que realmente funcionara para mi.

Y ahí estaba yo, después de planearlo todo, lista para recibir esta experiencia que mi alma llevaba tiempo pidiendo. Pero apenas empezó, un dolor muy fuerte en el coxis se apoderó de mí. Un dolor que no me dejaba sentar, moverme, ni dormir. Un dolor que, incluso con pastillas fuertes, no desaparecía.

- ¿Pastilla o pregunta? - me dijo un amigo el primer día de mi clase.

Durante cuatro días estuve en ese espacio de incomodidad física y de mucha transformación interna. No entendía por qué, después de todo lo que hice para llegar ahí, mi cuerpo reaccionaba así. Mi cabeza no paraba: ¿Por qué ahora? ¿Qué estoy haciendo mal? ¿Qué me quiere decir esto?

Y entonces, el cuarto día, me crucé con el mismo amigo que me recibió el primer día.

- ¿Cómo estás? - me preguntó.
- Muy mal, el dolor no se va - le dije.
Y me miró con una sonrisa tranquila.
- Te lo dije... pastilla o pregunta.

Me rendí.
- Ok dame la pregunta.

Y él me dijo, con una voz suave y clara:
¿Qué es eso que estás sosteniendo en tu vida que te está matando?

Boom.

No tuve que pensar. No tuve que analizar. La palabra salió de mi boca sin filtro: ¡El matrimonio!

Y en ese instante… el dolor desapareció.
Así. Casi como un milagro.

No era un dolor físico. Era un mensaje. Una señal. Un grito.

Ese día entendí tantas cosas que aún hoy me acompañan:

  • Mi cuerpo sabe antes que yo cuando algo ya no me expande.
  • Sostener lo que ya se rompió, también me rompía a mí.
  • Elegirme, aunque duela, es siempre la mejor salida.
  • Y que vivir en conciencia no siempre es cómodo, pero siempre es liberador.

Hoy, tres años después, sé que ese dolor fue un regalo. Que ese Fundamento fue el inicio de mi verdadera vida. Que elegirme fue el acto más valiente y amoroso que he hecho.

Ya no busco que las cosas sean perfectas. Solo elijo lo que me da paz. Sigo construyendo una vida donde yo soy la prioridad. Y lo que he creado desde entonces no se parece a nada de lo que soñé: es más mágico, más liviano y más real.

Gracias universo por mostrarme que todo empieza con una pregunta.

Y tú, que estás leyendo esto…
¿Qué estás sosteniendo que ya no funciona para ti?
¿Pastilla… o pregunta?

 

Tati Gomez